Desde iiDi se trabaja incorporando una perspectiva de género, esto implica reconocer dicha categoría como la que define social, cultural e históricamente al sujeto, involucrando un conjunto  de ideas, representaciones y prácticas en función del asignado al nacer y reforzándose a lo largo de  toda la vida. En este sentido, los estereotipos de género trazan lo socialmente establecido para un  varón o mujer, siempre desde un binarismo que determina a estos dos géneros como los únicos  posibles, reforzando la idea de heteronormatividad hegemónica.  

Trabajar transversalmente desde una perspectiva de género permite analizar las desigualdades con  reflexión y pensamiento crítico que recuerda constantemente la existencia de dicha categoría como  determinante social y máquina productora de las relaciones de poder que la suscriben, para  finalmente reconocerlas, poder intervenirlas y transformarlas: desnaturalizar la sexualidad y  entenderlas desde un enfoque social y relacional; habilitar y potenciar la diversidad,  despatologizando la diferencia; entre otros objetivos.  

En esta línea, las barreras que enfrentan las mujeres con discapacidad aumentan producto de la intersección entre género y discapacidad, cruce que produce identidades que encarnan el  encuentro de la doble vulnerabilidad. En torno a la mujer con discapacidad devienen discursos  productores de subjetividad que sostienen la infantilización, la tutela permanente y la construcción  de cuerpos asexuados. Consecuentemente, dicha interseccionalidad comenzó a ser visible y  abordada de manera reciente, su enunciación y reconocimiento ha tomado impulso en la última  década. 

Desde iiDi, se trabaja dicho cruce desde el 2010, siendo uno de los ejes de trabajo los derechos en  materia de salud sexual y reproductiva de las mujeres con discapacidad. Esta especialización  promovió visibilizar la falta de servicios de salud e información accesible sobre la vida sexual y  reproductiva de las mujeres y, en consecuencia, reconocer la construcción de la mujer con  discapacidad como sujeto asexuado, existencias no deseadas y no deseantes. Siquiera acceden al imaginario social de lo que implica ser mujer, principalmente a la posibilidad de ser madres. Por lo  tanto, no acceden al modelo impuesto por el sistema patriarcal y colonialista de los cuerpos, que  impone a las mujeres la potestad y el deber ser de lo reproductivo, con la capacidad de cuidar a sus  familias. Consecuentemente, la desigualdad de género en este caso también produce una brecha  entre un supuesto mismo género mujer-mujer, quedando la condición de mujer rezagada detrás de  la de discapacidad.