Por Virginia Ossana (META Argentina)
La COSP (O Conferencia de Estados Parte) se celebra una vez al año y reúne a representantes de los Estados Parte en la Convención de los derechos de las personas con discapacidad (CDPD), expertos y miembros de la sociedad civil. ¡Este año, META estuvo ahí! Daniela Gordon (Costa Rica), Germán Tourón (Uruguay), Antonio Pitura (Nicaragua), Hailey Fox (Estados Unidos) y yo estuvimos representando a META y dando a conocer el trabajo que hacemos como parte de la red.
Eventos centrales y paralelos
La COSP se organizó en torno a eventos centrales y paralelos. Los eventos centrales eran los más «protocolares», donde se discutía la aplicación de la convención en un tono más bien abstracto, con un discurso que, aunque sonaba un poco florido, decía lo que nosotres ya sabemos y hacemos: «estamos trabajando por un mundo más inclusivo».
Si bien creo que estos eventos eran necesarios en la conferencia, mis preferidos fueron los eventos paralelos. Aquí, distintas ONGs, OIGs y movimientos de la sociedad civil tuvieron espacio para debatir sobre las dimensiones reales que adquiere la discapacidad en su diversidad de formas y grados en los distintos países y regiones del mundo. Los eventos paralelos fueron una buena oportunidad para ver de qué modo y con qué agenda trabajan los movimientos con algunas similitudes al nuestro, y para tomar algunas ideas que nos pudieran servir en nuestra práctica.
¡Nuestro propio evento paralelo!
Modestia aparte, nuestro evento fue el mejor. Fue de hecho el único de toda la conferencia que estuvo organizado por jóvenes. En este evento, moderado por Daniela Gordon y Markus Operiano (Leonard Cheshire), se debatió sobre las formas en que la tecnología, las alianzas y el diálogo intergeneracional pueden empoderar a les jóvenes y ayudarnos a seguir trabajando por un mundo más inclusivo. Al hablar sobre el uso de las tecnologías, Germán contó su experiencia con el proyecto Decímelo a mí y aprovechamos la oportunidad para distribuir las postales y mostrar cómo funcionaban.
Si bien fue un evento hermoso, hay algo que nos dejó con una sensación un poco agridulce, y es que nos habría gustado ver más jóvenes. Éramos poquitos, no solo en nuestro evento, sino en la conferencia en general. Yo solo vi dos grupos, el nuestro y el de Leonard Cheshire. Esto nos dejó pensando de qué modo podemos abrirnos nuevos espacios de participación y ampliar los que ya existen para incluir a más jóvenes.
Potenciando alianzas
Este viaje a Nueva York también nos facilitó el encuentro con viejos aliados y aliados potenciales. Nos reunimos con representantes de distintas organizaciones, hablamos sobre el trabajo de META en nuestros países y los logros que hemos alcanzado, y también sobre el camino que nos queda por recorrer. Pusimos nuestras cartas sobre la mesa y nos mostramos como somos, con las cosas que están bien y con las que no lo están tanto. Creo que este ejercicio de honestidad con nosotres mismes y quienes nos rodeaban fue un gran paso para ir descubriendo cuáles son nuestros nuevos horizontes y para elegir de forma consciente de qué forma queremos avanzar hacia ellos.
Una cena conmovedora
Uno de mis momentos preferidos del viaje fue la cena de cierre de la conferencia que compartimos con algunes representantes de UNICEF y les compas de Leonard Cheshire. Cada uno había llevado una foto de su niñez, y la propuesta fue compartir acerca de la foto, del momento en que se tomó, con quién estabámos, o lo que quisiéramos contar. Compartimos un pedacito de nuestra historia con quienes teníamos al lado. Las historias eran en su mayoría alegres, y no todas tocaban el tema de la discapacidad. Todas fueron muy conmovedoras, pero me quedo con una en particular: la de un joven gay que contó su experiencia con el acoso y la discriminación que sufrió en sus años de adolescencia. Nos habló de su dolor y de cómo transformó ese dolor en arte, de cómo cuesta seguir avanzando a pesar de los obstáculos y de lo esencial que es que lo hagamos porque la vida merece ser vivida.
Terminó esa cena, la conferencia, el viaje, y yo volví a mi casa con un montón de cosas todavía por procesar y con la certeza de que ya no estoy sola, que como comunidad que somos tampoco estamos solos. Que hay otra gente, otras comunidades que están atravesadas por otras realidades y otros desafíos, y que si queremos seguir avanzando tenemos que encontrar el factor común entre nosotros que, al fin al fin y al cabo, es tan simple como reconocernos humanos.