Por Sofía Fernández
Representando a META en el Primer Conversatorio Regional de Jóvenes
La última semana de Noviembre viajé a Chile invitada por UNICEF Uruguay, para participar en representación de META (y de los jóvenes del país) en un evento organizado por UNICEF y CEPAL donde más de 90 jóvenes de distintos países de Latinoamérica y el Caribe se reunieron para hablar sobre sus derechos.
El año que viene se cumplen 30 años de la Convención de los Derechos del Niño, y ya con la mirada puesta en los Objetivos de Desarrollo Sustentable y la Agenda 2030, esta semana quiso visibilizar la voz y la acción de los jóvenes, comprometidos con sus realidades y su comunidad. Muchos de ellos venían invitados por América Solidaria, por participar de un programa llamado “ConCausa”: cada uno representaba un proyecto que apuntaba a mejorar algún aspecto de la vida en sus comunidades. Otros jóvenes, los “sin causa” como nos llamábamos en chiste, fuimos invitados por UNICEF Lacro.
Buscando una causa común
Durante cuatro días convivimos en una Casa ubicada a una hora y media del centro de Santiago de Chile, y entre dinámicas integradoras y momentos de trabajo y reflexión, los con causa y los sin causa encontramos una causa común.
Durante más de un mes previo al viaje, habíamos estado intercambiando en las redes sociales sobre distintos temas: Participación, Educación, Violencia, Género e Identidad. El primer día trabajamos sobre el borrador de nuestra Declaración, que luego presentaríamos a las autoridades en CEPAL. Separados en subgrupos editamos y mejoramos el borrador de cada tema, y luego un grupito se encargó de editar todo el texto. Desde Uruguay y desde META llevamos la perspectiva de la discapacidad a los 5 temas en discusión, que fue muy bien recibido y quedo plasmado en la declaración final.
Aunque sabíamos que 90 jóvenes no íbamos a cambiar el mundo en cuatro días, estábamos muy conscientes de la importancia de lo que estábamos haciendo. Como dijo la directora de la CEPAL en un Foro de Democracia que sucedió los mismos días: “¡Vayan arriba, y vean si es cierto que los jóvenes no se involucran!”
La inclusión: un trabajo de hormiga
De todos los jóvenes invitados a Chile, fui la única joven con discapacidad. Eso implicó cambios y ajustes necesarios, algunos creados en el mismo momento (porque no todo estaba pensado de forma tan inclusiva). Pero, como siempre que algo se toma con naturalidad y entusiasmo, fue muy lindo.
Claro que es un trabajo de hormiga, y tuve que repetir mil veces: “disculpa, ¿me podrías repetir tu nombre?” cuando alguien se acercaba a saludarme, entre otros pedidos que no siempre son tan naturales para quien no sabe. Pero conocí muchas personas muy dispuestas a ayudar, a adaptar tiempos y formas de hacer, a prestar sus ojos para decidir el outfit más adecuado… la diversidad cultural fue de las cosas más ricas de esos días en Chile.
En CEPAL: Rompiendo esquemas
“Usted no puede ir a un restaurante y pedir una comida sin conocer la carta. Por lo tanto usted no puede tomar decisiones de jóvenes sin los jóvenes”.
Con esa frase Yunior, de República Dominicana, mostró el sentir de todos: que queríamos ser escuchados y considerados, que queríamos mostrar lo que estaba pasando en nuestros países y la forma en que nos indignaba, y que si las leyes son para jóvenes deben incluir a los jóvenes.
Por eso en CEPAL rompimos esquemas, entramos 90 jóvenes haciendo ruido y con mucho color, cada uno con su traje formal o su traje típico, y todos con el mismo compromiso, entusiasmo y convicción: era el momento de hacerse escuchar ante autoridades y representantes que estaban entre sorprendidos y emocionados. Como dijo un adolescente de Perú: “Agárrense, adultos, que los jóvenes ya llegamos”.
Sentados en los lugares correspondientes a nuestros países (y acompañados por los graznidos de los pavos reales que viven en el predio de CEPAL), los jóvenes tuvimos nuestra Asamblea y aprobamos la declaración. Después fuimos invitados a presenciar (y en algunos casos integrar los paneles) de distintas presentaciones sobre Participación, violencia, o justicia social. Mientras que los adultos presentaban cifras e investigaciones, rompiendo el silencio estadístico, nosotros rompíamos esquemas, y hablábamos de nuestras experiencias: de cómo los jóvenes trabajamos por la Educación Inclusiva, del miedo con que viven algunos por causa de la violencia, de situaciones dolorosas. Los derechos de las Convenciones necesitan prácticas concretas y accesibles para que sean reales, y los jóvenes queremos hacer nuestra parte.
Despedida y compromiso
“¡Paren el mundo, me quiero subir, lo quiero cambiar!”. Así ilustró nuestra participación la representante del Gobierno de México. Cuando llegó el momento de volver a nuestros países, lo hicimos con mucha emoción, alegría, y con el compromiso renovado de seguir trabajando por un mundo más justo y más inclusivo, sin perder el entusiasmo y el ímpetu que sacudió esos días a tantos adultos acostumbrados a escuchar cifras.
Definitivamente, los jóvenes no viajamos a Chile “para la foto”.