Nuestras ideas

Desarrollo Inclusivo

Innovación

 

Siguiendo a Rosangela Berman Bieler y el equipo de Discapacidad y Desarrollo Inclusivo de la Región de Latinoamérica y El Caribe del Banco Mundial (2003-2006), en “Desarrollo Inclusivo: Un aporte universal desde la discapacidad” (2006), es posible puntualizar las siguientes cuestiones sobre el concepto de desarrollo inclusivo: 

Entendemos por “desarrollo inclusivo” el diseño e implementación de acciones y políticas para el desarrollo socioeconómico y humano que procuran la igualdad de oportunidades y derechos para todas las personas, independientemente de su status social, su género, edad, condición física o mental, su raza, religión, opción sexual, etc., en equilibrio con su medioambiente. 

El desarrollo inclusivo aprovecha y potencia la ampliación de los derechos y capacidades de cada una de las dimensiones del ser humano (económica, social, política, cultural) en su diversidad y especificidad, con base en la búsqueda y garantía de acceso universal, de la equiparación de oportunidades y de la equidad. 

Se trata de un concepto que valora la contribución de cada ser humano al proceso de desarrollo y genera las condiciones necesarias para eso. Se basa en la condición del ser humano como sujeto y principal beneficiario del desarrollo. No discrimina, sino promueve la diferencia, aprecia la diversidad y la transforma en una ventaja, una oportunidad, un derecho. Se guía por principios de equidad y justicia.

(Berman, R et al., 2006, p.2)

En la “Guía de buenas prácticas para la inclusión social y laboral de personas jóvenes con discapacidad” producida por Hernán Alvarado y Sergio Meresman impulsada por CEPAL (Naciones Unidas), expresan la definición y características del concepto buenas prácticas (p. 41). 

La innovación se relaciona con las buenas prácticas, ya que éstas son eficaces para el logro de resultados positivos, siendo su particular característica. 

En este sentido, a partir de la medición y verificación de los resultados, se reconocerá el éxito de la práctica e iniciativas. El éxito depende del diagnóstico de los problemas, el distinguir los obstáculos y barreras y la medición de sus causas. Es entonces que las buenas prácticas implican una planificación rigurosa tanto como una evaluación de su impacto.

Posteriormente, es precisa la sistematización, que incluye la reflexión de la práctica en sí misma para lograr un aprendizaje del proceso, lo que puede motivar a repetirlo y mejorarlo (MINEDU, s.f., pág. 1). Deviene prácticas que se moldean y adaptan, permitiendo hacer las cosas de la mejor manera posible en función de la situación. 

Las buenas prácticas suelen ser coherentes a determinadas políticas y estrategias, orientadas a prácticas éticamente consistentes. Esto implica que suelen ser vistas o reconocidas como las mejores soluciones a determinados problemas conocidos. 

En consecuencia, las buenas prácticas tienen la cualidad de ser innovadoras, en relación a otras prácticas sociales que perpetúan dinámicas relacionales de opresión y exclusión. Son innovadoras en tanto son potencialmente adaptables a otras realidades, siendo accesibles para otras situaciones.

Sexualidad

 Mientras que los aspectos biológicos de la sexualidad están básicamente definidos por los componentes genéticos, la estructura de los órganos genitales y la capacidad de la procreación, las posibilidades de encuentro entre dos personas ya sea para brindarse placer o para asumir en forma libre, conciente y responsable la creación de un nuevo ser, trae aparejada una serie de circunstancias y factores complejos que son propios de la privilegiada condición que tenemos los seres humanos. Según la Organización Mundial de la Salud, la sexualidad “es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de toda su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual” (OMS, 2006).

Vemos entonces que la sexualidad humana posee varios componentes: biológicos, psicológicos, sociales y también culturales. De esta manera, podemos decir que la sexualidad trasciende totalmente la función biológica y cobra un sentido distinto donde se expresan integralmente las características propias de cada persona. Es uno de los ámbitos en los que la comunicación con otros y la expresión de afectos pueden alcanzar el máximo grado de profundidad e importancia. Por eso, lo primero a tener en cuenta es que hablar de sexualidad no es solo hablar de relaciones sexuales. Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, decía que “en la sexualidad de las personas está incluido el amor en un sentido amplio, tal como lo hablan los poetas”. La sexualidad humana tiene aspectos que la distinguen de otras especies: el erotismo, la búsqueda de placer, la necesidad de privacidad, el carácter personal del deseo que se expresa de distintas maneras y a través de diferentes búsquedas. Hablar de sexualidad implica hablar de afectos, sensaciones, emociones, sentimientos, significados, etc.

Todas y todos somos seres sexuados y sexuales ya que la sexualidad es una parte importante de nuestra vida y nuestra persona. Existen muchas maneras de sentir, vivir y ejercer la sexualidad, la que además van cambiando a lo largo de la vida, entre las diferentes personas y las culturas. No hay una forma única y que pueda considerarse “mejor” o “peor” que las demás.

Los niños, las niñas y los adolescentes con discapacidad son personas sexuadas como todas y tienen como todos necesidades de amor, ternura y placer. Ejercer la sensualidad y la sexualidad no solo es un derecho que tienen todos los seres humanos sino un importantísimo factor de bienestar.

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